viernes, 20 de noviembre de 2009

Dejé que vinieras cuando quisieras, que hicieras y deshicieras sin importarme nada de mí. Había muchas diferencias entre nosotros. Pero la más notoria era que yo no me quería nada y vos te amabas demasiado.
La pregunta es: ¿por qué no me dijiste desde el principio que te habías tomado esto de otra manera? ¿Por qué no me advertiste? te hubiera amado menos, te hubiera dado menos. Ahora estoy atada a vos y es un infierno, por eso decido alejarme ahora. Porque si seguimos con esto que no tiene nombre, voy a amarte cada día mucho más y no es eso lo que quiero. Tal vez no tendríamos que haber desafiado a nada ni a nadie. Voy a tener todo esto en cuenta la próxima vez para elegir. Lo que más me duele es que nunca tuve prioridad en tu vida. Tu felicidad era condición única para que yo estuviera bien.
Siempre te tuve arriba, como el religioso tiene a Dios.

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